lunes, 25 de junio de 2012

ANTECEDENTES A NIVEL AMERICA Y EL MUNDO

La historia de las disciplinas o de las ciencias es un área de trabajo de la historia que ha sido dejada de lado en los últimos años en nuestro país, sin embargo, queremos retomarla en la medida que nos permite un mayor dialogo interdisciplinario entre éstas y la Historia. Asimismo, nos permite entender el desarrollo de las ciencias dentro del devenir de la humanidad y no solo como entes ya construidos desde el presente.
(Perspectivas de estudio en la interdisciplinariedad)

Hemos querido iniciar este estudio desde una perspectiva diacrónica y deductiva, empezando desde la contabilidad medieval que daría origen a la colonial, resaltando la existencia de una contabilidad andina que fue lamentablemente destruida durante la conquista. De ahí continuamos desarrollando el sistema fiscal colonial desde los organismos de amplio dominio territorial como el Tribunal Mayor de Cuentas hasta los de influencia más bien local como los cabildos, tomando como ejemplo el cabildo arequipeño por ser el más cercano al conocimiento del nosotros.

DESARROLLO DE LA CONTABILIDAD MEDIEVAL

En el devenir de la Contabilidad, ésta siempre se vio ligada al Comercio. La Contabilidad se desarrolla por dos vertientes: por un lado, en Europa la contabilidad se convierte en una actividad mucho más exclusiva de un grupo de técnicos[1]al servicio del señor feudal; y de otro lado, los árabes que fomentaron durante sus conquistas la dinámica comercial y, por ende, la contabilidad comercial.
Algunos hitos del desarrollo de la Contabilidad medieval son, por ejemplo, la ordenanza de Carlo Magno en el siglo VIII denominada “Capitulare de Villis” que estipulaba el levantamiento de un inventario anual de las propiedades del imperio y del registro en un libro que tuviese por separado ingresos y egresos. En Inglaterra el rey Guillermo, el Conquistador, mandó hacer el “Demosday Book” donde, entre otras cosas, contenía los ingresos y egresos de la corona.
Dos hitos que marcan la aparición de la contabilidad como ciencia son: en primer lugar la publicación del libro "Della mercatura et del mercanti perfetto"[2], cuyo autor fue Benedetto Cotingli Rangeo[3]. El libro explica de una manera muy clara la identidad de la partida doble, el uso de tres libros: el Cuaderno (Mayor), Giornale (Diario) y Memoriale (Borrador), afirma que los registros se harán en el Diario y de allí se pasarán al Mayor, el cual tendrá un índice de cuentas para facilitar su búsqueda, y que deberá verificarse la situación de la empresa cada año y elaborar un "Bilancione" (Balance); las pérdidas y ganancias que arroje serán llevadas a Capital, habla también de la necesidad de llevar un libro copiador de cartas (Libro de Actas).
La técnica de Partida Doble[4]se implantó al final del siglo XIII y fueron precisamente en las ciudades de mayor auge comercial como Florencia, Venecia y Génova donde la contabilidad se desarrolló ampliamente al punto que el siglo XV se dio a conocer mundialmente el sistema a la Veneciana” gracias a la publicación de la obra de Lucas de Paciolo. Este sistema consistía en un juego de dos libros, uno que contenía los registros cronológicamente y el otro que agrupaba las cuentas de caja, corresponsalía, Pérdidas y Ganancias, y las cuentas patrimoniales; siendo éste el origen de los libros Diario y Mayor.
La publicación de Fray Luca Pacioli llamada: "Summa de Aritmética, Geometría, Proportioni e Proportionalitá"[5], impresa en Venecia en 1494; la obra de Pacioli tuvo gran éxito, particularmente la parte dedicada a la práctica comercial y contable que fue reimpresa por separado algunos años más tarde. Y dio fama mundial a la forma contable denominada “a la venezziana”.
Pacioli distingue los asientos del diario que constan de dos partes claramente delimitadas una comenzando por la palabra “per” (el "debe" del asiento) y la otra con la palabra “a” (el "haber" del asiento)[6]. La forma de pasar los asientos del Diario al Mayor es descrita así: "(…) de todas las anotaciones que hayas apuntado en el Diario harás siempre dos en el Mayor, a saber: una en el Debe y la otra en el haber, y señalarás la anotación deudora con por y la acreedora con a, según más arriba he dicho (…)"[7]
Pacioli inaugura de esta manera una forma única de contabilidad que se extendería por todo el mundo con pequeñas variantes y perfeccionamientos, por ende, Pacioli se convierte en el Padre de La Contabilidad propiamente dicha.

LA CONTABILIDAD DURANTE LOS PRIMEROS MOMENTOS DE LA CONQUISTA

Desde los primeros momentos de la conquista se necesitaron de personas especializadas en contabilizar adecuadamente lo obtenido como botín a partir de la incursiones en el Tawantinsuyo, más aun desde antes que Pizarro conquistara el Imperio Inca, ya se había establecido quién se encargarían de contabilizar lo obtenido de esta empresa exfoliadora, “cuando Francisco Pizarro se encontraba discutiendo con los reyes el contrato o capitulación para la conquista y colonización del imperio del Tawantinsuyo y antes de firmar la famosa Capitulación de Toledo, el 26 de julio de 1529; se nombra, con fecha 15 de mayo de 1529, a don Antonio Navarro ‘para que seáis Contador de las dichas tierras(…)’es decir, que dos meses antes se la firma de la Capitulación de Toledo, el futuro Virreinato del Perú ya tenía Contador; siendo la primera ordenanza real firmada por la corona española en relación con la conquista del Imperio de los Incas.”[8]
Es así que, “Con fecha 24 de mayo [1532] se nombra a don Alonso Riquelme como tesorero de la provincia de Tumbes (…), [en] San Miguel y que ahora se llama Piura y encomendó el gobierno al contador Antonio Navarro y a Alonso Riquelme, que antes desempeñaba el mismo papel en Tumbes”.[9] Desde inicio de la Conquista, en toda expedición, en todo establecimiento de nuevas ciudades y en la creación de las muchas instituciones; estuvieron presentes los contadores como testigos y recopiladores de hechos junto con los escribanos, cronistas y soldados cronistas que nos han proporcionado las fuentes necesarias para reconstruir los primeros momentos de nuestra historia colonial.
Es necesario anotar, la coexistencia de dos formas de contabilidad durante los primeros lustros de la conquista; por un lado, la contabilidad andina que tuvo varios siglos de desarrollo y que durante la conquista estuvo representada por los quipucamayocs, quienes a través de la yupana y del quipu lograron una eficiente administración durante el incanato. Los quipucamayocs fueron los que proporcionaron información histórica y estadística de la producción del incanato. La contabilidad andina fue paulatinamente destruida, la Poquencancha derrumbada, los almacenes de quipus quemados. El conquistador no sólo se afanó en “ranchear” la riqueza del mundo andino en oro y plata, sino también, extirpar la cultura andina en todos sus niveles, esta es la verdadera (des)estructuración del mundo andino.

La segunda forma de contabilidad fue traída por los hispanos, basada en la contabilidad medieval europea y en los avances de Pacioli en Venecia.

LA CONTABILIDAD DURANTE EL VIRREINATO

El Sistema Fiscal

Para la Corona Española la captación de recursos a gran escala era una necesidad ineludible, para tal efecto, conformó una numerosa y organizada burocracia que se encargaría de recolectar y enviar las ingentes riquezas de las Colonias para solventar los gastos, en muchos casos insulsos, de la Corona. Las colonias americanas fueron siempre vistas sólo como proveedoras de riquezas; por esta razón nunca se permitió un verdadero desarrollo tecnológico e industrial y mucho menos comercial de las que serían las naciones Latinoamericanas.

“Ordenamos, y mandamos a los Virreyes, Prefidentes, Governadores, y Miniftros de nueftra Real hacienda, que pongan sumo cuidado en procurar el beneficio, y aumento de todo quanto a Nos pertenece en las Provincias de fus Goviernos, y apliquen toda fu atención, y diligencia al beneficio y labor de las Minas, cobranza de nueftros derechos Reales, y remifsion a eftos Reynos de lo que refultare, procediendo con grande puntualidad, fin permitir retenciones, ni rezagos en ninguna cantidad, de un año a otro, (…)”[10]Felipe III. 1618

La Política Fiscalera dirigida por el rey, apoyado por el Real Consejo de Indias del cual dependía el virrey, en las Colonias “la organización fiscal del Virreinato era simple: la primera autoridad era el propio virrey que actuaba de acuerdo con sus ministros y con los oficiales reales de Hacienda para lo cual se reunían semanalmente. La Real Hacienda era la institución que seguía en importancia, por sus atribuciones encaminadas a controlar las cuentas de los funcionarios encargados de la administración de los dineros fiscales; para ello era nombrado un Contador. En otro nivel se encontraban los corregidores, los encargados de la cobranzas y los caciques.” [11] Posteriormente surgirían los Tribunales de Cuentas que asumirían los poderes del virrey y de las Audiencias en materia fiscal, el Tribunal de Cuentas dependía directamente del Consejo de Indias.

Todo el sistema tenía un carácter extractivo, al punto que el rubro “administración” terminó siendo reducido a la expedición de libramientos para pagar sueldos y remitir las riquezas de las colonias a España de manera segura. Por otro lado, paulatinamente el Tribunal de Cuentas asumió un papel más preponderante, los oficiales reales tenían que rendir cuentas en el Tribunal y el virrey no podía tomar ninguna decisión sin la anuencia del tribunal.

Ingresos e impuestos del virreinato
En un primer momento los Corregidores (desde 1548) y luego los Intendentes (a partir de 1784); recaudaban los ingresos fiscales y efectuaban los pagos autorizados. Tanto los ingresos como egresos eran registrados por el Contador en el Libro General de Cuentas, una de estas copias debía elevarse a la Superintendencia de la Real Hacienda. El superintendente era el único que podía ordenar la transferencia de fondos de una Intendencia a otra. A partir de los Libros Generales de cada intendencia, el contador elaboraba un Estado General de cuentas que era remitido a Madrid. A continuación damos a conocer algunos de los principales impuestos coloniales:

Monopolios Estatales
  • Del Azogue.Estuvo destinado a subsidiar la producción de plata.
  • Otros. Al Tabaco, papel sellado, pólvora, brea y el estanco de solimán.
Tasas
  • El derecho al Ensaye. Consistía al 1.5% sobre las barras de plata destinado a solventar este servicio.
  • El derecho de Acuñación.O de señoraje, equivalía a un real por cada marco de plata, del cual se acuñaban 67 reales.
Regalías
  • Los quintos. Eran los impuestos que correspondían a la quinta parte de lo que se recaudaba de los tesoros del Imperio (minerales exportados), oscilo entre el 2% al inicios del Virreinato hasta el 11.5 % a finales del mismo.
  • El quinto real.Correspondía a la quinta parte de todo lo obtenido durante la guerra de la conquista en América. Este dinero era enviado directamente al rey. Posteriormente se convirtió en el derecho del soberano a percibir el 20% de los metales producidos en territorio americano. Si la plata había sido labrada en forma de vajilla o adornos, solo se pagaba el diezmo minero (10%). Esta práctica se extendió durante el siglo XVIII debido a la disminución de la producción minera.
  • El del Cabezón(actual impuestos predial), que afectaba a los bienes, con el propósito de obligar a sus dueños a mantenerlos productivos.
  • Composiciones de tierras. Pago que hacían los poseedores  de tierras para sanear los títulos de propiedad
  • Derechos Reales.“deben señalarse el que se cobraba por la introducción de los negros de Guinea (2 pesos porcada uno), el de los tesoros ocultos o de huaca (50%) y el de la venta de Bulas (impresas), que conllevaban determinadas gracias o absoluciones. Asimismo, los beneficios que representaban a la venta del papel sellado y de las especies estancadas como la nieve, la pimienta, el salitre, los naipes y el tabaco.”[12]
Personales
  • El tributo.Sólo pesaba sobre los indios. Originalmente era pagado a los Encomenderos, pero fue revirtiéndose paulatinamente a favor de la corona. También los mestizos, zambos y mulatos pagaban el tributo de castas.
  • Mesadas, media anata y Anata.Correspondían respectivamente, a un mes, medio año, y un año de sueldo. Se aplicaban a los primeros sueldos de los militares, funcionarios y empleados públicos y además sobre las rentas de los mayorazgos, gracias y privilegios personales. Este dinero iba directamente a la Corona.
  • La venta de empleos y títulos.Todos los cargos fueron puestos en venta pública, cotizándolos según el rendimiento de cada uno de ellos. Podemos mencionar algunos cargos que se pusieron a la venta: contador, notario, escribano, etc.
  • El que gravaba a los oficios y cargos vendibles o renunciables.En el primer caso, a quien los obtenía al pago del tercio del valor que arrojaba su remate, y en el segundo, al 50% de la nueva justipreciación; y en cada una de las posteriores renuncias, al 1/3 del valor correspondiente.
 Gravámenes sobre el Tráfico
  • La Alcabala.Ensu origen (1591) sólo afectaba a las transferencias de mercaderías y después se hizo extensivo a todo tipo de bienes, a los arrendamientos y permutas. Su taza del 2% ascendió hasta el 7%[13]. Estaban dispensados del pago de la alcabala los nobles de las órdenes militares, los religiosos y los indígenas[14].
  • El Almajorifazgo.Fue un impuesto aduanero equivalente entre el 10% y 5% de las importaciones, y entre 2.50% y 2% de las exportaciones. Se cobraba en los puertos del virreinato
  • Impuestos de avería.Fue el impuesto de ½ % de las mercaderías para cubrir los gastos de la defensa contra los piratas.
  • La Uniónde Armas.Impuesto cobrado desde 1639 para proteger los territorios del imperio, pero en la práctica consistía en el 1% de las ventas.
Gabelas eclesiásticas
  • El Diezmo.Fue un impuesto establecido a favor de la Iglesia. Correspondía regularmente a la décima parte de todos los productos naturales e industriales provenientes de la tierra, éste se pagaba a la iglesia por los fieles. La tasa era del 10%, pero esta sufría algunas variaciones en ciertos lugares. Del valor que arrojaba el cobro, los dos novenos beneficiaban directamente a la Corona y lo restante se destinaba en una parte para el Obispo, en otra, para el Deán y Cabildo Eclesiástico, en las otras dos para los curas, iglesias y hospitales.
 Otras Contribuciones
  • El Monte Pío[15].Impuesto que se estableció a favor de los deudos de ministros o empleados de hacienda y de los militares. El Monte Pío Civil[16]no era una institución que dependiera del ramo de la Hacienda Pública, sino una organización semioficial administrada por una junta, por ende, sus cuentas no entraban en las del reino. El Montepío[17]se organizó en una junta formada por un ministro de la Real Audiencia y un Contador del tribunal de Cuentas, con dos años de duración en sus cargos; para los dependientes, el contador y el secretario del tribunal se asigno un sobresueldo para que lleven esta cuenta especial.

  • Por otro lado, el Monte Pío Militar[18]y la pensión por invalidez[19]fueron un ramo de la Hacienda pública; para tal efecto se ordenaron los descuentos a los sueldos de los militares de 8 maravedíes por peso, a los corregidores y otros empleos de carácter Civil y militar se creó una tarifa especial.  Desde 1794 se dispuso que los obispados de Lima, Arequipa y Cusco, contribuyan con 500 pesos anuales cada uno en beneficio del Montepío militar. Y desde 1793 se ordenó que los bienes de los militares intestados y sin herederos ingresaran al fondo del Montepío Militar.

Gastos, Pagos y las Obras Públicas durante El Virreinato

Concluidos los pagos del gobierno, hacienda, justicia, pensiones y congruas[20], el sobrante debía ser mandado al rey, para tal efecto, todo el dinero de las Colonias de Sudamérica era remitido a la Caja Real de Lima, en donde se enviaba al rey en una armadilla anual a “Tierra Firme”, dejándose constancia por el escribano que las cajas “quedaban barridas” hasta el día del embarque, los envíos al rey se hacían en cuentas especificadas para cada ramo y procedencia.
El “barrido” de las cajas dejaba al país listo para empréstitos y demás fraudes, por esta razón el Virrey Avilés determino que sólo se mandaran los saldos de cada cuenta o ramo real.
 
De las obras públicas

No existía ningún tipo de apoyo oficial al reglón “obras públicas”, el mantenimiento de los caminos, infraestructura y demás fueron hechas a través de arbitrios especiales que pesaban sobre el pueblo, de la mano de obra gratuita y forzada del hombre andino, o de empréstitos internos. Los grandes templos del sur del Perú fueron obra de la generosidad de los vecinos y por supuesto de la mano de obra del hombre andino.
Por esta razón Emilio Romero afirma que: “La vida financiera colonial se caracterizó por su tendencia exclusiva a la explotación de las fuerzas vivas del país, no en su propio beneficio, sino en provecho de la casa real. Los gastos de sostenimiento de la Administración general del Virreinato, se encontraron cubiertos en toda su época, y sin embargo estos representaban apenas una tercera parte de lo que producía la renta fiscal, más de las dos terceras partes eran pues un verdadero tributo exigido no sólo a la población autóctona del Perú, sino sobre todo a los mismos españoles avecindados en el continente”[21].

Sin embargo, “El sistema fiscal de la colonia demuestra, según el autorizado juicio del Dr. Emilio Romero, de un modo no menos patente la solidez de su organización administrativa y financiera, que no sólo sobrevivió a los 50 primeros años de la Republica, como único cauce posible de la vida fiscal, sino que aún conserva su ritmo en la actualidad. Por eso podemos afirmar que las finanzas españolas, como sistema, fueron notables”[22].
El orden fiscal durante la colonia “con frecuencia caía por su base, cuando era necesario enviar dineros al Rey, en cuyo caso dejaban de pagarse sueldos y mercedes y se acudía a préstamos considerables. En los últimos años, el comienzo de las inquietudes libertarias, acabaron de desorganizar el sistemas de gastos (…) Una muestra del desorden hacendario era también la ausencia del contralor fiscal de donde ocurría que muchas libranzas de pago giraban en descubierto. Recién en 1780, a pedido del Tribunal de Cuentas, se dispuso que los oficiales reales pasaran cuenta semanal del estado de la caja al virrey, para evitar libramientos en el vacío, como ocurría con frecuencia”[23].

La Real Hacienda o Gobierno Fiscal

La Real Hacienda[24]en las villas y ciudades pequeñas inicialmente lo asumían los cabildos hasta el año 1565, que el virrey Lope García de Castro inició las reformas del Estado creando oficinas a parte con funcionarios con atribuciones especiales  de ser regidores perpetuos y con derecho a voto e intervención en los cabildos; ellos eran un contador, un tesorero, un factor y un veedor, que cumplían funciones de administración y justicia en temas fiscales dependiendo directamente del tribunal de Cuentas de la Audiencia.
Posteriormente, en 1591, el rey Felipe II ordena llevar la contabilidad del reino por partida doble, resaltándose de esta manera la influencia italiana en la contabilidad española.

Organización

En el Perú la administración de las cuentas comenzó a organizarse a partir de la Real Audiencia, la cual nombraba un Contador con facultad para pedir cuentas a los encargados. Luego, ante el crecimiento del virreinato, Don Francisco de Toledo pidió la creación de un Tribunal especial, pero el Rey no accedió. Sin embargo, en 1607 fue necesaria su creación, funciona en un primer momento a partir de las ordenanzas y reglamentos de la Contaduría Mayor de Castilla, aunque sin independizarse de la Real Audiencia.

Tribunal Mayor de Cuentas

Años más tarde, el Tribunal Mayor de Cuentas[25] se desligó de la Real Audiencia, llamándose desde entonces Audiencia Real se la Cuenta, con la jurisdicción de las Audiencias de Lima, Charcas, Chile y Panamá y sus respectivas cajas y administraciones, aunque más tarde se dispuso que las de Panamá y Portobelo continuaran a cargo de la Real Audiencia.

La fiscalización del Tribunal Mayor de Cuentas fue muy efectiva, gracias al eficiente trabajo de los primeros contadores: Alonso Martínez de Pastrana, Francisco López de Caravantes y Domingo de Garro y la valiosa colaboración del Virrey don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros.    
      
Para cumplir su tarea, el Tribunal Mayor de Cuentas tuvo que enfrentar serios obstáculos[26]: el afán de privilegios por parte de sus funcionarios, la amplitud del territorio a fiscalizar, la limitación de las comunicaciones el exceso y malas condiciones de trabajo, la escasez de personal y los conflictos jurisdiccionales.
El Tribunal Mayor de Cuentas contaba con tres tipos Contadores: Tres contadores de Cuentas, para que despachen y libren. Dos Contadores de Resultas y dos Oficiales u ordenadores de cuentas. Antes de asumir los cargos debían jurar que cumplirían correctamente sus funciones y que guardarían secreto de lo que se tratase en el Tribunal. El juramento se hacia ante el Virrey o el Presidente de la Real Audiencia. (Ordenanza 2. 1605 de Felipe III).

Sólo el Tribunal Mayor de Cuentas, estaba autorizado a dar por cerradas y cumplidas las cuentas que ante éste presentaban los oficiales reales de todas las Cajas Reales que se encontraban en su jurisdicción. Ni la Audiencia ni el Virrey podían efectuar libramientos[27]o pagos sin la anuencia del tribunal, tampoco podían discutir sobre materia fiscal sin la presencia de los Contadores del tribunal de Cuentas.
Los Contadores del tribunal estaban obligados a realizar un “tanteo”anual de las cuentas del virreinato y visitas personales cada tres años a las principales Cajas Reales del Virreinato, como la de Potosí. Estos informes se elevaban directamente al concejo de Indias a partir de 1605[28].

Los contadores no podían tener parte en los arrendamientos[29]de la Hacienda Real, ni recibir ningún tipo de dádiva de las personas que tenían trámites en el Tribunal[30]. También estaba prohibido que se casen hijos o hijas de Contadores de La Cuenta con los hijos o hijas de los Oficiales Reales. Tampoco podían tener Encomiendas ni ellos ni sus hijos[31].
Las cuentas de la Capitanía General de Chile[32]y de Panamá se tomaban en sus lugares de origen pero éstas se remitían a Lima, siendo en Lima revisadas y aprobadas en el tribunal.
El Tribunal Mayor de Cuentas funcionó al comienzo en dos salas del Palacio de los Virreyes, actual Palacio de Gobierno, las que fueron destruidas por los terremotos de 1687 y 1746.

Debido al importante papel de la Casa de la Moneda de Lima dentro de la economía colonial, el Virrey José Manso de Velasco dio prioridad a la construcción de un nuevo local para esta institución. La construcción del nuevo edificio ubicado entre las plazas de la Inquisición y Santa Ana, en lo que es hoy el jirón Junín, concluyó a mediados de 1760. La edificación fue dividida en dos la mayor parte fue asignada a la Casa Nacional de Moneda de Lima y lo restante al Tribunal Mayor de Cuentas. Una de las razones para que estas dos instituciones estuvieran reunidas en un solo local, fue la labor de vigilancia que debía ejercer el Tribunal Mayor de Cuentas sobre los trabajos realizados en la ceca limeña.

Al interior del nuevo edificio[33]del Tribunal Mayor de Cuentas quedaron delimitadas las áreas para las diferentes oficinas (regente, contadores, ordenadores, escribano, alguacil, etc.) y, sobre todo, para la innumerable documentación existente en el archivo.
Durante el período Republicano debido a la inestabilidad política y las exigencias económicas, el Tribunal Mayor de Cuentas fue reemplazado por la Contaduría Mayor Provisional en 1824 y por la Contaduría General de Valores[34]en 1826.

El Virrey
Era la cabeza de la organización fiscal del virreinato, su autoridad, sin embargo, estaba sujeta al Concejo de Indias, por ende, no podía disponer de fondos públicos. Estas restricciones terminaron en el gobierno del Virrey Superunda en 1751, cuando el virrey asume el cargo de Superintendente General de Hacienda, cuyo principal deber era enviar fondos al Rey. Su autoridad era ejercida de manera conjunta con sus ministros y con los oficinales reales de hacienda. El virrey no estaba obligado a rendir cuentas, pero este era sujeto a juicio de residencia[35] al término de su mandato, por lo cual, el virrey llevaba un libro de asiento de cuanto ordenara pagar.

Todos los funcionarios que tenían a su cargo dineros reales debían dar cuenta de ellos, como los corregidores, los caciques cobradores del tributo de los yanaconas y los oficiales reales. “Los cargos de cada género de hacienda deberían ponerse en orden alfabético hasta la mitad. Luego en la otra mitad se asentaba la data o descarga por el mismo estilo y correspondencia, con expresión de personas, cantidades y días. Había además un libro de acuerdos llevado por el contador, donde se sentaban los acuerdos tomados en beneficio de la hacienda real, por mayoría de votos. De estos acuerdos debían dar cuenta al virrey o presidente de la Audiencia y en su ausencia, al oidor más antiguo (sic)”[36].
“En 1605 se establecieron en América tres tribunales de cuentas (Santa Fe, Lima y México), se nombraron contadores especiales en La Habana y Caracas y se dictaron normas de manejo contable. En 1678, Felipe IV determinó que los contadores reales debían presentar cada dos años cuentas en términos de "cargo" y "data" (debe y haber) al Real Tribunal de Cuentas. De esta forma se logró el control y registro de los impuestos recaudados y administrados por la corona”[37].

      Caja Real:
Según la disposición de Carlos II, las cajas reales eran:“En el diftrito de nueftra Real Audiencia de Lima, la Caxa Real de aquella ciudad, fu termino, la del Cuzco, la de Arequipa, la de Truxillo, la de Guamanga, y Minas de Huancavelica, la de Arica, la de Cailloma, la de Bombon, la de Payta, la de Caftro Virreyna, la de Loja, y Zamora, y Minas de Zaruma, la de Guayaquil, la de Panamá, donde reside nueftra Real Audiencia, la de Santiago de Chile, y la de Concepción, que ambas fon en el distrito de nuestra Real Audiencia (…)”[38]
Posteriormente, en la época del Virrey Montesclaros, que se hizo cargo del gobierno desde 1607, existían 19 cajas reales organizadas en el Perú, siendo estas: Lima, Huancavelica, Potosí, La Paz, Caylloma, Oruro, Carangas, Carabaya, Cuzco, Arequipa, Otoca (Lucanas), Trujillo, Cuenca, Guayaquil, Quito y Nueva Potosí. Además, las cajas Reales de Panamá y Portobelo que obedecían al Virrey del Perú.

Por ejemplo, “La ciudad de Arequipa tiene una Caja Real, que la administran un contador, un tesorero, un Oficial mayor y otros dependientes. Según el último quinquenio, desde 1785, se produjeron sus ramos 1’021.851 pesos [y] 1 real y han ido en aumento. Tiene de gastos anualmente, por sueldos 7.165 pesos (sic)”[39]

Las Cajas Reales estaban bajo la, responsabilidad de tres oficiales: el contador, el tesorero y el factor[40], además de estos oficiales se verifica en algunas cajas la existencia de un veedor [41]que en ocasiones hacia las veces de factor. Ya sea el contador o el Tesorero[42]tenía residencia en la misma casa donde se depositaban las recaudaciones, junto a estas se guardaban bajo tres llaves los libros de Contabilidad.

Los oficiales de la Hacienda tenían amplia jurisdicción para ejecutar las cobranzas, uno de los instrumentos que poseía era la facultad de enviar a prisión a los remisos hasta que pagasen lo adeudado al fisco.

Los encargados de la Hacienda Real “debían llevar en primer lugar un libro ‘borrador’ que era la base de los demás libros particulares que tocaba a cada uno de los oficiales reales. Estos libros debían ser en todo conformes con el libro llamado ‘común y General’ que estaba guardado en la caja del tesoro, firmado por el Virrey y rubricadas todas sus hojas, por su firma. Esta obligación de rubricas todos, hoja por hoja, era también para los demás libros llamados de ‘Cargo y data’”.[43]

Otros libros importantes eran los siguientes: “libro de cédulas de S. M., donde debía asentarse por el Contador, memoria e informe del cumplimiento de cada Real cédula. Libro de Tasas de los repartimientos de la Corona, copia fiel de igual libro que debería tener el gobierno. Libro de deudas, a cargo del Factor, con razón de deudores. Libro de salarios, a cargo del contador, con relación de todos los títulos dados por el rey. Libro de  Libranzas por duplicado; Libro de fundiciones y otro de quintos; libro de Minas; Libro de Huacas, Libro de remaches, donde se llevaba cuenta de especies de plata deshechas para efecto de quintarlas; Libro y salida de navíos en los puertos; donde se llevaba cuenta minuciosa de los registros hechos por el Contador y escribano de registro”[44].
Para la custodia de los dineros existían Cajas fuertes, barretadas de hierro con tres llaves, a cargo de los oficiales reales. En ciudades pequeñas sólo tenían dos llaves a cargo del contador y del tesorero. A inicios del virreinato también tenían llave los Virreyes y Oidores.
Antes de asumir sus cargos debían dar una fianza de la cual la Corona se cobraría de los posibles “Alcances” que pudieran hacer cualquiera de los oficiales reales. Debía jurar el cargo ante el Corregidor y el Cabildo, y presentar los libros que la ley especificaba.
Los libros[45]que las leyes de indias especifican para las Cajas Reales son:
  • Libro de Razón General.
  • Libro Común de lo que Entrare y Saliere.
  • Libro Particular de los Gastos en Bastimentos, Municiones y Materiales.
  • Libro de los Tributos de la Corona Real.
  • Libro de Tasas. Uno se encuentra en la Arca de tres llaves y otros en manos del Virrey y de los Oidores.
  • Libro Manual de Quintos y Derechos de Fundidor y Marcador.
  • Libro de Remaches y Manifestaciones.
  • Libro de las Minas que pertenecen al Rey.
  • Libro de Almojarifazgos. Sólo lo tenían los Oficiales Reales de los Puertos.
  • Libro Mayor de Almojarifazgos.
  • Libro en que se asiente los Descaminos o Pérdidas.
  • Libro de denuncias de Descaminos y Contrabandos.
  • Libro Manual de Almojarifazgos, Novenos, Penas de cámara, Descaminos, Restituciones, Aprovechamientos y otras cosas extraordinarias.
  • Libro de Oficios vendibles y renunciables.
  • Libro de Factor o Tesorero para los almacenes.
  • Dos Libros de Almonedas, uno en manos del Contador y otro a cargo del Escribano de la Real Hacienda.
  • Libro de Remates de lo que se vendiera.
  • Libro de Data de las Libranzas.
  • Libro en que el contador asiente los Libramientos al pie de la letra.
  • Libro de Memorias.
  • Libro del Tesorero.
  • Libro de acuerdos. Esta a cargo del Contador.
  • Libro de Comisiones para cobrar alcabalas.
  • Libro donde se copien las Cédulas y despachos del Rey.
Todos los libros y demás documentos se encontraban en el archivo de la Caja Real, estaba prohibido sacar fuera de su recinto estos documentos.

Tenían las mismas restricciones que los Contadores de la Cuenta del tribunal, además, no podían ejercer cargo alguno que no fuera el de contador o tesorero[46], tampoco podían ser Alcaldes Mayores ni Alférez de los Pueblos.

“Las Cajas reales debían hacer los pagos por orden del rey y no dar jamás adelantos de sueldos. Los Contadores expedían libramientos de pagos a todos aquellos que debían recibir sueldos, pensiones o mercedes establecidas por real cédula. Los libramientos debían ser firmados por el contador y sus compañeros, sin cuyos requisitos no les pagaba el tesorero, según la instrucción general de Hacienda dada en 1573. Pero además de esta forma de pago había la orden directa del rey, en cuyo caso ya no se esperaba libramiento ni orden del virrey. (…) los pagos no eran pagados siempre mensuales, pues los había trimestrales y también cada 4 meses, en todo caso el tiempo estaba especificado en la real orden de pago”[47].Además los pagos eran en moneda y metal especificado en la orden.
Además, de las Cajas Reales, durante el Virreinato, “existieron la Administración de Alcabalas, organizada para el cobro independiente de la Alcabala, que antes se hacía con los derechos de Aduana, con los que a veces se confundían”[48].
Además, de estos organismos de recaudación, “se fundaron una serie de Cajas para guardar rentas diversas como la de Censos, bienes de Difuntos y otros. (…) la Hacienda Colonial no tuvo unidad de administración, aun cuando todas ellas convergían en la suprema autoridad del Concejo de Indias”[49].

Cajas de la Comunidad­­­­­­­
Las Cajas de la Comunidad “se crearon para guardar el tributo de los indios y los saldos, que por declaración real, deberían pertenecer a los mismos indios o para pagar los tributos de los indios enfermos o ausentes, según la Ordenanza dictadas por Toledo[50]. También en estas Cajas se guardaba lo necesario para el servicio de los gastos y beneficios de la comunidad. La caja tenía tres llaves, guardadas por el corregidor, el Alcalde más antiguo y el Cacique principal. Entre sus rentas estaba el producto de la venta de ganado y lanas sobrantes de la comunidad, arrendamiento de chacras y rentas de obrajes de las Comunidades”[51].

Caja de Censos

Estas cajas, sirvieron para recibir los intereses de los préstamos que los españoles se hacían, con hipoteca de sus haciendas, estos réditos servían apara aliviar a los indios el pago de sus tributos, especialmente de los enfermos y ausentes, o cubrir los desfalcos tributarios. Para tal caso se llevaba una cuenta especial al interior de las Cajas de Comunidad, esto provocaba serías confusiones[52]. Esta práctica fue establecida por el Virrey Luis de Velasco, cuya ordenanza de denominó “de molde”.
Existían Cajas de Censos[53]en cada Audiencia, con una cuenta especial para cada repartimiento. En esta caja también se guardaban los saldos de los despojos a indios y restituciones a fin de emplearlos en censos o en lo “que pareciera mejor”. En el año 1609 se retiró la administración de funcionarios a favor de los oficiales reales y el 13 de febrero de 1619 la Caja de Censos de Lima se entrego a la Real Audiencia a fin de que estuviera al servicio de las necesidades fiscales.

Juzgado de bienes de Difuntos: Administraba los bienes de los intestados, a costa de un derecho sobre los bienes fincados.

Superintendencia de la Santa Cruzada: Administraba el negocio de la venta de bulas.
Dirección de temporalidades: Se creó para la administración de los bienes de los jesuitas expulsados por los reyes de España. Dichos bienes rindieron 122 042 pesos de 1790 a 1795[54].

EL CABILDO

El Cabildo, Ayuntamiento o Municipio[55]fue la primera institución que se encargó del gobierno de las nacientes ciudades en Hispanoamérica, al interior de él se ventilaban problemas políticos, sociales, económicos y hasta judiciales que afectaban a los vecinos y pobladores de la ciudad.

Los cabildos se encargaban de buscar el bienestar de la población, para tal efecto se requería de ciertas rentas que le permitieran realizar diversas obras. Sin embargó “Los cabildos deberían percibir determinadas rentas, como el mayorazgo, que afectaba ciertos productos (en el caso de Arequipa, el guipañapu, por ejemplo); y las patentes profesionales o de industria, pero que no siempre ocurría tal cosa, porque el Virrey podía hacerlas ingresos fiscales (sic)”[56]

Entre las principales obras que tenia que realizar el cabildo se encontraba la Iglesia, en el caso de Arequipa en un primer momento fue una hermita hasta que con las sucesivas ampliaciones y reconstrucciones se trasformó en nuestra actual catedral. La Casa del cabildo constituía una de las primeras obras en realizarse, aunque en más de una ocasión tuvo que ser reconstruida debido a los terremotos que ya nos tiene acostumbrados Arequipa.
La casa del cabildo estaba constituida por: dependencias Administrativas, Sala de sesiones, escribanía, archivo, Cárcel y Capilla, Oficina de la Caja Real (Contaduría, Caja y tesorería) y además de algunas tiendas de alquiler de donde obtenía algunos fondos.
Al interior del cabildo existían cargos que tenían voz y voto en las sesiones del mismo, algunos de estos no correspondían directamente a la organización del Cabildo pero por su elevada posición así lo ameritaban como es el caso del Corregidor[57].



Funcionarios del Cabildo:

CargosCaracterísticas
Con Voz y Voto
Tte. Gobernador o Corregidor o IntendenteEra la Autoridad máxima del Corregimiento o Intendencia, a su cargo estaba lo militar, lo político y la justicia. Era él quien presidía las reuniones del Cabildo.
Alcaldes OrdinariosEn un primer momento eran designados por el Tte. Gobernador, luego asumían el cargo por medio de elecciones. Eran dos alcaldes, uno representaba a lo vecinos encomenderos y otro a los vecinos ciudadanos. Su gobierno solo alcanzaba el ámbito urbano y provincial. Algunas de sus funciones era velar por: el control, de precios, pesos y medidas de las mercaderías, regulación de agua, de asuntos de política, policía y ornato de la Ciudad.
RegidoresConstituían el apoyo de los alcaldes para el cumplimiento de las ordenanzas emanadas del Cabildo. Normalmente eran 6 regidores, que a su vez desempeñaban cargos específicos al interior del Cabildo en calidad de fieles Ejecutores, Alférez General, Diputados, veedores, Comisionados, Tenedor de Bienes de difuntos, Amigables componedores y Jueces de aguas. Los que poseían los cargos de Contador, Tesorero, Factor o Veedor, también ostentaban el de regidores perpetuos hasta que murieran o cedieran sus derechos[58].
Sin Voto
Procurador GeneralElegido por un período de un año. El cargo recaía en un apersona instruida y de gran trayectoria. Su función era representar al cabildo ante la Audiencia y en ocasiones ante el Concejo de Indias.
Mayordomo de la CiudadElegido por un período de un año. Su función principal era controlar económica y administrativa la captación de cuentas del Cabildo, e informar cada fin de año o cuando se requería del manejo de las mismas. En ocasiones eran Contadores los Mayordomos o en su defecto estos eran los que controlaban la veracidad del informe presentado por éste.
Alguacil MayorSu principal función fue el de vigilancia policial de la ciudad.
Escribano del CabildoEra el encargado de llevar con toda fidelidad el Libro de Acuerdos del Cabildo. Los cargos de escribanos eran hasta cierto punto hereditarios[59].
Otros Cargos (Empleados, asalariados)
Corredor de Lonja El corredor junto con sus tenientes les era permitido realizar tratos y contratos de mercaderías de donde obtenían un porcentaje junto con el pregonero.
Pregonero Se encargaba de pregonar en cada esquina las ordenanzas del Cabildo y otras disposiciones de conocimiento general.
AlmotacénEncargado de vigilar la limpieza de la ciudad.
AlhondigueroEncargado del control de la entrada y salida de granos de la Alhóndiga (almacén de granos)
PulperoDueño o encargado de la Pulpería, que era un especie de tienda en donde se vendían los más diversos artículos, cuya calidad y precio de productos eran controlados por el Cabildo.
DeheseroVigilante de la Dehesa, que era una extensión de pastizales que Pertenecían al Cabildo.
MojónCatador de vinos
AlarifeExperto en construcciones, y arquitecto de algunas obras.
TañedorEncargado de dar el toque de queda
VerdugoEncargado de ejecutar las penas de muerte luego de realizado el juicio.
PorteroEncargado de la guardianía y portería del edificio del cabildo.

* Elaboración propia.


Funcionarios y Contadores del Cabildo[60]
Los funcionarios encargados de los asuntos económicos y contables de los cabildos recibían diversos nombres que correspondían en su mayoría a cargos, mas no a especialidades o profesiones como la entendemos hoy, por esta razón es que nos reafirmamos al decir que, en muchas ocasiones eran las mismas personas que ejercían el cargo de contador, tesorero, factor, oficial real y en los municipios, el de mayordomo, rotándose los cargos. Algunos de estos denominativos son: “arrendadores, recaudadores, fieles, empadronadores, receptores, hacedores de rentas, diputados de rentas, repartidores, procuradores, cogedores, clavarios, tesoreros, depositarios, bolseros, mayordomos, cajeros, comisarios de cuentas, veedores de cuentas, impugnadores de cuentas, contadores, y otros oficiales concejiles que algunos autores han englobado con la denominación de administración financiera local”[61].

Estos se desempeñaron diferentes cometidos en la gestión y control de los ingresos y gastos. Las denominaciones podían ser diferentes según cada localidad o virreinato. Estas variaciones de nombre no implican necesariamente alteraciones de importancia en cuanto a sus atribuciones, como ocurre en el caso de los mayordomos, tesoreros, clavarios y depositarios.

Nombramiento: El contador era nombrado habitualmente por el ayuntamiento de entre sus regidores, bien por rueda o turno, por sorteo o por designación directa. Sólo excepcionalmente fue precisa la posterior confirmación del nombramiento por el rey. También hay poblaciones que en sus ayuntamientos eligen a sus contadores de entre personas ajenas al “regimiento”. Con el proceso de venta de oficios, alentado durante el reinado de Felipe II, el de contador será uno más de los vendidos por la Corona. A partir de la segunda mitad del siglo XVI algunas contadurías municipales pasaron a ser detentadas por determinadas familias, que transmitirán este oficio por venta, cesión o herencia.

Juramento: Los nuevos contadores para poder desempeñar su empleo debían prestar juramento ante la justicia o el ayuntamiento.  La obligación de prestar juramento se establecía también para los demás miembros de las comisiones examinadoras de cuentas, ya sean componentes de la corporación municipal o simples testigos.

Cualidades del Contador: Teniendo en cuenta el sistema normal de nombramiento, y la condición de regidor o jurado de la mayoría de las personas que ejercieron el oficio de contador, no se exigieron cualidades específicas para su desempeño, al menos de una manera expresa. Obviamente se requería que supieran leer, escribir y contar. Afectándoles también las limitaciones generales por razón de parentesco.

Funciones: Las funciones desempeñadas por los contadores se pueden resumir en la fiscalización y control de la hacienda municipal, especialmente del trabajo del mayordomo de propios y arbitrios. Para ello examinan y censuran las cuentas de éste y de todos los que administran recursos municipales, participan activamente en el arrendamiento de los propios y arbitrios, controlan los pagos e ingresos, y vigilan los repartimientos de tributos. No faltan otras funciones específicas que varían según cada población.

Examinar cuentas: La formalización anual de las cuentas por los mayordomos o tesoreros no siempre se cumplió en la corona de Castilla. En teoría, tal y como manifestaba, las cuentas debían ser tomadas a los mayordomos, arrendadores y administradores, así como a las autoridades municipales que hubieran manejado caudales públicos, cada año o incluso antes si el corregidor sospechaba de la existencia de quiebra o fraude. Además la toma de cuentas era imprescindible siempre que se sometieran a las autoridades a un juicio de residencia.
La fiscalización de estas cuentas debía realizarse en dependencias apropiadas dentro de las casas consistoriales, aunque no faltaron ocasiones en que se examinaban en las casas de los cuentadantes, generalmente los mayordomos o tesoreros, o en las del algún miembro de las comisiones examinadoras, fueran contadores o no. El procedimiento seguido podía ofrecer notables diferencias aunque en esencia consistía en el examen, de manera más o menos precisa, de todos los justificantes documentales de los ingresos percibidos (expedientes de arrendamientos de bienes de propios y arbitrios, escrituras de venta, de censos, etc.), y de los gastos realizados (libranzas, cartas de pago, cuentas particulares…), que las fuentes agrupan como cargo y descargo, o cargo y data.

Si el mayordomo llevaba en su gestión libros de hacienda y rentas (de propios y arbitrios, de cargo, de entradas o de ingreso, como también se les denomina), y libros de libranzas (de descargo, de salida, de pagos, o de data) podía agilizarse esta tarea. Sumadas todas las cantidades gastadas e ingresadas debidamente, una vez realizadas las correcciones necesarias, se obtenía la cantidad final que tenía que entregar o recibir el mayordomo cuentadante. A continuación todos “los intervinientes” firmaban la cuenta definitiva con las observaciones realizadas y con los votos particulares emitidos si los hubiera. La
aprobación definitiva se producía en una sesión posterior del ayuntamiento. La fianza dada por el mayordomo al acceder a su empleo era una garantía para recuperar el dinero si la deuda era favorable al municipio. Su insolvencia, de producirse, podía acarrearle la prisión, hasta la plena satisfacción de la cantidad adeudada con sus bienes o los de sus fiadores.

Registrar libranzas: Ningún pago se podía realizar si no había recibido la correspondiente orden reflejada en un documento denominado generalmente como libranza o libramiento. Y en su control también participaban los contadores, al menos en las grandes poblaciones.


Controlar los ingresos: Además podían estar presentes en los repartimientos de tributos, al tomar parte en la realización y corrección de las matrículas y padrones fiscales. Cuando el cobro de los tributos se producía por administración directa por parte del ayuntamiento, y no por medio de arrendadores o receptores, eran también los contadores, al menos en algunas poblaciones importantes, los encargados del control de su recaudación. A ellos podía corresponderles, también, la fiscalización de los repartimientos de alcabalas, cuando para su cobro se utilizaba el sistema de encabezamiento. De todas formas a los contadores les correspondió también una función genérica de gran importancia, como era la de informar, siempre que les fuera requerido por una autoridad municipal, del estado de la hacienda, de los ingresos y gastos.

            En los libros de actas municipales no es difícil encontrar acuerdos relativos a que el contador o contadores informen sobre el estado de determinada renta, o de la realización de un pago, o que busquen antecedentes en el archivo sobre materias hacendísticas. Son muchos los expedientes de la colonia que contienen informes, o certificados, realizados por los contadores. Además, en ellos recaía generalmente la conservación y organización de toda la documentación municipal de contenido económico, incluidos sus antecedentes de fechas muy anteriores.

Por otro lado, en los primeros momentos de la Colonia los oficiales reales de la ciudad de Arequipa estaban obligados a hacer visitas a los Puertos de Quilca y Chile, esto por Ordenanza de Felipe II a 27 de febrero de 1575.

Además, los malos manejos tanto de gobernadores, funcionarios y oficiales reales provocarían serios inconvenientes a inicios de la colonia, como lo sostiene el Dr. Guillermo Galdos: “(…), el emperador Carlos V, en su afán de ejercer control económico sobre los Adelantados y Gobernadores, designó Tesoreros, Contadores, Factores y Veedores para la Gobernación del Perú. No debieron ser muy buenos los manejos de estos primeros funcionarios, cuales fueron Manuel de Espinar, Tesorero, Diego de Mer­cado, Factor, y Juan de Guzmán, Contador, cuando, años después, el Corregidor Die­go de Pacheco, en cumplimiento de una cédula expedida por el Presidente y Oidores de la Audiencia de Lima (1564), procedió a abrir información y averiguaciones sobre dichos Oficiales Reales desde la fundación de la Ciudad hasta que se designó Tesorero a Miguel Cornejo (2-XII-1545). Todo lo contrario ocurrió cuando estos cargos los desem­peñaron fundadores de Arequipa, comisionados al efecto por el Ayuntamiento y en uso de una merced concedida por el mismo emperador a favor de su Cabildo”[62].
Al ampliarse el territorio conquistado los gobernadores empezaron a nombrar funcionarios y oficiales reales en las diferentes provincias, sin embargo, no eran personas preparadas para tal efecto en su mayoría, sino “amigos” o personas que por sus servicios recibían tal cargo.
Algunos datos sobre los primeros contadores de Arequipa nos lo proporciona el Dr. Guillermo Galdos: “En la de Arequipa fue Contador el viejo Juan de la Torre, Factor Gómez de León y Veedor Diego Hernández, Miguel Cornejo estaba a cargo de la Tesorería de la Caja Hacendaría mistiana desde el 2 de diciembre de 1545, en tanto Juan de Arbes y Her­nando de Silva ejercían la Contaduría y Veeduría, respectivamente. No faltó tampoco el ensayador-fundidor y marcador, para controlar los quintos a favor de la Corona en la acuñación de monedas y de las barras de oro y plata. Como puede observarse, inicialmente los designados Oficiales Reales de Arequipa eran encomenderos y respondían con su hacienda personal por cualquier déficit en el manejo de la renta fiscal y no po­dían renunciar a ello”[63] .

Posteriormente, por orden de Felipe II contadores y tesoreros pudieron acceder al cargo de regidor simultáneamente como el caso de “Hernando de Almonte y Antonio de Llanos[64] fueron designados Contador y Tesorero, sucesivamente, y reclamaron en la sesión del 28 de setiembre de 1565 el derecho a voz y voto en el Cabildo, según provisión del rey y costumbre de otras ciudades. (AMA; Lac. 03, fs. 24).”[65]En muchas ocasiones, los cargos administrativos dentro de los cabildos se convirtieron en verdaderas posesiones familiares, formándose cenáculos cerrados dentro de los cuales se elegían o rotaban los cargos a despecho de los intereses de los demás ciudadanos. Este fenómeno de cargos hereditarios se vio dinamizado con la venta de los mismos en el siglo XVIII, lo que inicio una verdadera crisis administrativa en el Virreinato.

Para muestra un botón: “Cuando los oficios se pusieron a la venta, los Oficiales Reales lo fueron a perpe­tuidad. La misma condición tuvo después el cargo de Depositario General que lo ejer­ció don Diego de Benavides a quien sucedieron en el mismo su hijo Josef de Benavides Dávalos, su nieto Diego Benavides de la Barreda, su bisnieto Diego de Benavides y Espinoza y su tataranieto Domingo de Benavides y Moscoso, quien tuvo mayor significa­ción familiar y social durante el siglo XVIII; padre éste del Dr. Don Diego de Benavides y Vilches, principal atizador de la Rebelión de los Pasquines, según declaraciones jura­das de coetáneos y abuelo del primer Intendente del Cercado (Subprefectura del De­partamento) Coronel don Mariano Diego de Benavides y Bustamante. Claro es que los Depositarios Generales no eran funcionarios de la Hacienda Real; pero, influyeron y mucho en la actividad socio-económica de la Colonia. Fueron los encomendados y res­ponsables de los bienes de difuntos, entre otras obligaciones, que en las primeras déca­das nombraban anualmente los Cabildos, en las mismas elecciones para alcaldes y de­más funcionarios. Oficio que después se ofreció en venta a perpetuidad, como se dijo”[66] .

A Almonte le sucedió Sebastián de Mosquera[67]quien presentó en sesión del Ayuntamiento de 1583, una real cédula nombrándole Contador de la Hacienda de Arequipa y regidor, fechada por Felipe II, en Lisboa, el primero de enero de 1582.  Luego en la sesión del 27 de noviembre de 1586, Agustín Hernani de Santa Cruz[68] ha­cía conocer al Cabildo su nombramiento como Tesorero de la Caja Real de Arequipa y regidor. Sin lugar a dudas que el contador Mosquera es uno de los más recordados, no por su eficiencia, sino, por el contrario por su “viveza criolla”, como ocurrió en el caso de la Hermita de San Genaro, cuando el Contador Mosquera se hizo autorizar la construcción por el Obispo del Cusco Don Antonio de la Raya, incurriendo en malversación de fondos y además de haber colocado su escudo nobiliario en dicha hermita, lo cual provoco una rápida acción del Cabildo que decidió borrar dicho escudo y colocar el del rey, la acusación del Cabildo consta en el documento trascrito por el Padre Barriga:

"Por razón de no haber cumplido el dicho Contador las condiciones que constan del asiento que hizo con esta Ciudad, porque se le dio el patronazgo de la dicha hermita de San Januario, que son hacer la dicha fábrica toda de cantería y cerca­da de paredes de suerte que esté decente, y, haberla hecho de guijarreña y barro que no puede llegar la dicha obra, después de acabada, a mil pesos; y si la hiciera como la prometió, no la hiciera con seis mil pesos que es la causa principal por­que se dio el título de patrón, consta el dolo y fraude, el cual intentó el dicho Contador por el interés de aprovechamiento de los indios que se le repartieron para la dicha obra, pues en el tiempo que ha que comenzó y la manera que va, pudiera estar mucho tiempo acabada respecto de la poca costa con que se hace la dicha fábrica y los muchos indios que para ella se le han repartido este año por el Alcalde Blasco Núñez Vela y el pasado por el Alcalde don Alonso Diez de Ledesma además que por no haber pagado el sueldo en que se va haciendo la dicha fábrica y ser de los indios y haber recibido los tributos vacos por merced del se­ñor Visorrey, y más de mil y trescientos pesos en la vacante de los indios de don Luis Cornejo y en la de los de don Fernando Pizarro y en la de los indios de Andagua de Fabián de León, que es muchas más cantidad de la que el dicho Conta­dor puede gastar en la dicha fábrica; está visto no hacerse la obra a su costa y ex­pensas, sino a la de Su Magestad" (Barriga; 1951: 170, 171). Finalmente, la dichosa Hermita nunca se concluyó.

Le sucedió a Mosquera el Capitán Gaspar Bello de Santiago, en el cargo de Contador, presentándose ante el cabildo el 3 de mayo de 1606 por nombramiento del virrey Conde de Monterrey. Es importante resaltar que solo durante el Imperio de los Incas y en el último siglo de La colonia (XIX) y en la Republica se logro una verdadera institucionalización de la Contaduría, entendiéndose por tal, a la existencia de un grupo humano que se preparaba varios años y que solo se dedicaba a la Contabilidad como el caso de los Quipucamayocs o de los Modernos Contadores Públicos Colegiados. No así ocurrió en la Colonia, donde la contabilidad fue ejercida por personas poco preparadas y que finalmente usufructuaron del cargo para beneficio personal, incurriendo en malversación de fondos constantemente, cuya práctica se trasformo casi en un privilegio de los funcionarios reales que así compensaban sus “bajos sueldos”. Existieron algunas excepciones pero lamentablemente son los menos.

la moneda colonial
Uno de los principales problemas a los que se enfrentaron los contadores, durante la colonia y gran parte de la República, era la gran variedad de tipos de monedas[69], no solamente en lo que se refiere a su valor, material, sino también, a la dificultad de establecer o reconocer moneda “ilegal” o no ensayada.
La Ceca de Lima
Desde inicios de la Colonia se hicieron varios pedidos a la Corona Española para que se establezca una Ceca o Casa de la Moneda en el Perú, ante el desorden monetario total, recién Felipe II promulga las ordenanzas creando la Casa de la Moneda de Lima, el 21 de agosto de 1565.
Antes que aparecieran las monedas acuñadas, circulaban los tomines de 12 granos que equivalían a un real, pero al iniciar la acuñación de reales en Lima estos sólo tenían 9 granos, lo que provoco el rechazo de varios sectores especialmente de los pulperos.

            Para septiembre de 1568 ya eran parte de la ceca varios de los ministros y oficiales que trabajarían en ella durante su primera época.  Ese día, en el nombramiento del capataz Baltasar Tercero, se encuentran como testigos al balanzario Joan de Evia y al guarda Nuño Carvajo, ambos, al igual que el tesorero Lope de Mendaña eran miembros del séquito del gobernados García de Castro según consta en el registro de pasajeros a Indias. Cuatro días más tarde recibió la ceca las primeras pastas de plata con las cuales iniciar las labores, para lo cual se nombraron al día siguiente, siete de setiembre, a cuatro acuñadores que completaron el personal requerido en la casa de moneda. 

            Al inicio de las operaciones la Casa de Moneda limeña tuvo que trabajar con la plata que entregaban las Cajas Reales para su amonedación.  La primera entrega fue anotada el 6 se septiembre por un total de 522 marcos, 6 onzas y 6 ochavas de plata en rieles.  Recién el 27 de noviembre de 1568 se registra la primera entrega de mineral de manos de particulares.  En esa fecha el mercader de plata Joan Ballesteros Narvaes (sic), que posteriormente sería ensayador de la ceca de Potosí, efectuó una entrega de 118 marcos 7 onzas y 4 ochavas.  De allí en adelante las entregas de Cajas Reales y de particulares se alternarán hasta que el 30 de diciembre de 1568 terminan los aportes oficiales, sumando todos ellos 5,718 marcos, los cuales sólo fueron devueltos a las Cajas Reales tras insistentes reclamos el 12 de septiembre de 1570. 

En 1572 a su paso por la ciudad de La Plata el virrey Toledo luego de haberse reunido con los cabildantes, oidores y otras personas importantes del lugar, quedo convencido de las bondades que traería al reino el traslado de la ceca limeña a ese paraje, y determinó que la fábrica fuese llevada a La Plata. La reacción en Lima, fue violenta.  La Audiencia protestó contra lo que consideraba un derecho por cuanto se había establecido la ceca por orden del rey y sólo por orden suya podía ser desmontada.  Aducían además que la fábrica había demandado grandes gastos a la Corona. 
Si las autoridades limeñas se sintieron agredidas por la decisión del virrey de trasladar la ceca, el entusiasmo de las altopueruanas no se hizo esperar quienes felicitaron al Virrey por su acertada decisión. Mientras que en Potosí el aumento de la producción de plata hacía que su casa de moneda tuviese cada día más trabajo, en Lima la paralización de su ceca resultaba en una falta de circulante con nefastas consecuencia para el comercio
A los cinco años de haber resuelto el traslado de la ceca limeña a Potosí, Toledo cambió de opinión. La motivación para este cambio pudo ser una comunicación de la Corona, las reiteradas recomendaciones de la Audiencia o su propia observación, pero el hecho es que el 31 de agosto de 1577 nombró el virrey por tesorero de la casa de moneda limeña a Luis Rodríguez de la Serna[71]por un término de tres años contabilizados desde fines de junio de ese año hasta el término de 1580.  Gracias a los montos registrados de derechos de monedaje, que correspondía a un real por marco, y que han sido conservados es posible conocer los montos producidos en la ceca limeña de 1589 hasta 1592.                                                                              
            Posteriormente la ceca entra en un proceso que parece indicar no había sido desactivada pero que no operaba.  La producción de 10,912 marcos en reales deducida del registro del real de monedaje en 1592 debe haberse hecho con sobrantes existentes en la fábrica o en un último intento por reactivarla.  El hecho real es que a partir de ese momento no hay más referencias a su actividad hasta 1684.
Pero se reabrió en 1684 funcionando de manera irregular, surgiendo muchos escándalos y denuncias de malos manejos. En 1746, ante el terremoto se destruyó gran aparte de Lima incluyendo el edifico de La Casa de la Moneda de Lima. Se inicia una total reconstrucción y modernización de la ceca limeña, la construcción del nuevo edifico se realizó desde 12 de noviembre de 1746 hasta el 2 de febrero de 1747, aunque nunca se paró la acuñación de monedas, pues esta se continuó en construcciones de adobe, hasta la reconstrucción total del edificio. Ésta seguiría produciendo moneda hispana hasta que las convulsiones de la revolución independentista produjeran cambios notables, la última producción normal de la moneda hispana data del primer semestre de 1821[72], desde entonces los símbolos patrios reemplazarían al escudo de armas de los Borbones.
Finalmente, es necesario anotar que durante varios años se propuso a la corona española la instalación de una ceca en Arequipa, sin embargo, la Corona desoyó estos pedidos. Recién en los primeros años de la época republicana se pudo edificar una casa de la Moneda en Arequipa, en el inmueble de los marqueses de Quiroz.

Tipos de monedas
Además de los tomines que eran fracciones de los reales, existieron en los primeros momentos de la colonial pesos corrientes no pesados ni ensayados, que tenían un valor aproximado a 360 maravedíes, esta moneda fue de circulación profusa hasta que se implantaron los pesos ensayados con un valor de 450 maravedíes en el gobierno del Virrey Toledo.
            Posteriormente, se llamo pesos corrientes a la moneda llamada macuquina o bárbara no marcada ni sellada que siguió circulando. Por otro lado, el peso sellado estuvo representado por valores en reales de diferentes denominaciones, de los cuales el más común fue el real de a 8 o moneda de 8 reales, esta nació con Carlos I. Durante estos años, existieron monedas de cobre (maravedíes), plata (reales) y oro (escudos). Hubo monedas de 1, 2, 4, 8 y 16 maravedíes, 9, 11, 12 ½ reales y 13 ½ reales, a estos últimos se les llamó también pesos duros o dobles y 1/2, 1, 2, 4 y 8 escudos. La correspondencia en el valor de las mismas es como sigue:

2 blancas                  =          1 maravedí (reinado de Felipe II)
34 maravedíes            =          1 real de plata
16 reales de plata       =          1 escudo de oro

ÉPOCA DE CAMBIOS: SIGLO XVIII: LAS REFORMAS BORBÓNICAS

Estas reformas fueron iniciadas por Felipe V(1700-1746), continuadas por Fernando VI(1746-1759) y desarrolladas principalmente por Carlos III(1759-1788). Los objetivos fueron, básicamente, recuperar la hegemonía comercial y militar de España, y explotar y defender mejor los ingentes recursos coloniales.

Los Borbones implementaron nuevas unidades administrativas en América. Crearon virreinatos, como Nueva Granada y Río de la Plata; capitanías, como Venezuela y Chile; y comandancias como Maynas. En 1784 se suprimieron los corregimientos y se implantó el sistema de intendencias, buscando mayor eficiencia en los gobiernos locales. De esta manera se consiguió mejorar la explotación de las riquezas coloniales y la recaudación tributaria. El reformismo borbónico privilegió a los españoles europeos, “los chapetones”, en el acceso a los principales puestos de confianza en el aparato burocrático. Esto fue un duro golpe para la aristocracia criolla, pero el despotismo de los Borbones reprimió duramente todo intento de resistencia.

Una de las instituciones afectadas por el despotismo ilustradoespañol fue la Iglesia Católica. La Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales de las que gozaban las órdenes católicas. Fueron los jesuitas los que más se opusieron al proyecto centralizador de los Borbones, es por ello que fueron expulsados de España y sus colonias en 1767. Es necesario resaltar que “El mayor aporte para el desarrollo de la contabilidad en América lo proporcionó la comunidad religiosa de la Compañía de Jesús, la cual introdujo por primera vez en estas tierras libros de contabilidad, el concepto de inventarios, la noción de presupuestos y demás elementos desarrollados en la Europa de ese entonces. La contabilidad no era ejercida como profesión liberal, sino por los clérigos como parte de sus actividades administrativas en las comunidades religiosas”[73].

Impuestos, contabilidad y movimientos sociales

Las reformas borbónicas y el aumento de las gabelas por parte de España, iniciaron un período de conflictos sociales[74]que abarca todo el siglo XVIII. Los ingresos fiscales coloniales durante el siglo XVIII básicamente procedían de tres fuentes: los impuestos sobre minería (diezmos, cobos, azoques de Almadén, de la Casa de la Moneda), los impuestos sobre el comercio (Real Aduana, Alcabalas, almojarifazgos, sisa) y el tributo indígena[75].
Las reformas fiscales borbónicas se basaron en mejorar la recaudación de los impuestos, ampliar la base de la población tributaria, incluyendo no sólo a los indios, sino también, a los mestizos, libertos negros y zambos. Por otro lado se impusieron algunas medidas para dinamizar la economía local y lograr que una mayor parte de la población ingrese al mercado.
Para tal efecto, hasta el siglo XVII se había contado con el tributo indígena que permitía que estos participaran en la cadena productiva obligados a conseguir circulante y pagar su tributo. Para lograr contrarrestar los efectos nocivos que esta política sobre las relaciones comunitarias y el status de poder de los curacas, éstos iniciaron prosperas empresas, utilizando la mano de obra indígena a su cargo, así nacieron los Curacas Arrieros, como es el caso de José Gabriel Condorcanqui Noguera, más conocido como Túpac Amaru II, también se utilizó la mano de obra indígena en los obrajes. O se involucraron directamente en la burocracia colonial[76], por lo que estaban encargados de la cobranza y contabilidad de los tributos, para luego entregarlos al corregidor, quien eventualmente traspasaba el monto a la Caja Real correspondiente. En otros casos los curacas recurrían a alquilar las tierras de la comunidad a mestizos e indios forasteros[77]y utilizar el resto de sus tierras en el cultivo de productos de alta rentabilidad como granos, coca, papas, etc. Así se perdió la producción autóctona alimentaría.

Además, en el siglo XVIII se legalizó el “reparto o repartimiento”[78]o distribución de mercancías que realizaba el Corregidor, este sistema de reparto constituyo una nueva forma de explotación de la población indígena y mestiza, a través de un sistema de deudas insalvables que permitía conseguir el pago en trabajo o en especias.
A partir de la década de los 70 del siglo XVIII se incrementó el gravamen sobre las mercancías y se grabaron productos que tradicionalmente no lo estaban, se aumento la alcabala dos veces en un lapso de 4 años, las Aduanas empezaron a funcionar en las principales ciudades comerciales y se aprobó que el tributos fuera pagado por mestizos, zambos y mulatos[79]. Esto como es natural aumento el ingreso fiscal de la Real Hacienda desde 1777 a 1780 y por su puesto, también el descontento popular, que por primera vez unía a indios, mestizos, zambos, mulatos e incluso a criollos que se veían afectados en sus intereses económicos, un claro ejemplo de la unión de las diversas castas en contra de la mayor carga impositiva y la más eficiente recolección de la misma, es la llamada “Rebelión de los Pasquines” de enero de 1780 que se dio en Arequipa.
Finalmente es necesario acotar que durante las guerras independentistas la Economía del Perú tuvo que mantener a ambos ejércitos desde 1820 hasta 1826, esto último explica en parte la crisis económica con que nuestro país nace a la vida independiente. Sin embargo, a pesar de los cambios de orden político de la independencia, la República mantuvo en gran medida el sistema contable heredado de la colonia por ser el más eficiente. De esta manera el Contador, estuvo presente desde los primeros momentos de la conquista, fue testigo de los principales hitos de la Historia del Perú, certificando en sus libros el dinero obtenido del “Rescate de Atahualpa”, las Guerras Civiles Españolas, La fundación de ciudades, el establecimiento del virreinato y también el fin de éste.


Autor: Lic. Óscar Alberto Salas Gallegos (1)
Joel Pinto Esquía (2)
Universidad Nacional de San Agustín-Arequipa

BIBLIOGRAFÍA

BARRIGA, Víctor M., 1951-           Los Terremotos de Arequipa, 300 pp.; Arequipa: Ed. La Colmena S.A.
BERNAND, Carmen y GRUZINSKY, Serge, 1997 -Historia del Nuevo Mundo, Tom. I y II;456 pp.; México:Fondo de Cultura Económica.
CASTAÑEDA Quispe, Alberto, 1988 -Contabilidad para el Desarrollo, 186 pp.; Lima: CONCYTEC.
CHALCO Pacheco, Edgar, S/a -Historia Colonial General, 200 pp.; Arequipa: Universidad Nacional de San Agustín, Fondo Editorial.
FRANCO RUIZ, Rafael, 1985 -Desarrollo de la Educación Contable en Colombia. Reflexiones Contables. pp. 131-160; Colombia.
GÁLDOS R, Guillermo, 1995 -Reflexiones y Confrontaciones Etnohistóricas, 200 pp.; Arequipa-Perú: Universidad Nacional de San Agustín, Fondo Editorial.
GÁLDOS R, Guillermo, 1967 -La rebelión de los Pasquines. 160 pp.; Arequipa-Perú: Ed. Universitaria.
GARCÍA Ruipérez, Mariano, 2005  -Los contadores Municipales en la Corona de Castilla (siglos XIV-XVIII).DE COMPUTIS. Revista Española de Historia de la Contabilidad. Spanish Journal of Accounting History. No. 2 junio. España. pp. 56 – 100.
HAMPE Martínez, Teodoro, 1993 -Descubrimiento, Conquista y Virreinato. Siglo XVI. Compendio de Historia del Perú, Tom. II. 200 pp.; Lima: Ed. Milla Batres
LOHMANN V., Guillermo; DEL BUSTO D., José A.; QUIROZ P.S., Eusebio; NIETO, Armando; CORNEJO P., Jorge y WUFFARDEN, Luis E., 1993 -El Virreinato. En. Historia General del Perú. Tom. V, 300 pp.; Lima: Ed. Brasa.
MÁLAGA N/Z, Alejandro, 2004 -Seminario: Colonia. Materiales de trabajo, 150 pp.; Arequipa: Escuela Profesional de Historia de la UNSA.
MOREYRA Paz Soldán, Manuel, 1980 -La Moneda Colonial en el Perú, Capítulos de su Historia. 500 pp.; Lima: Banco Central de Reserva del Perú, Fondo Editorial.
NEIRA Avendaño, Máximo; GALDOS Rodríguez, Guillermo; MÁLAGA Medina, Alejandro; QUIROZ Paz Soldán, Eusebio y CARPIO Muñoz, Juan Guillermo, 1990            -Historia General de Arequipa, 675 pp. Arequipa: Fundación M.J. Bustamante de la Fuente. Cuzzi y Cia. S.A.
ORTEGA, Andres (sic), 1774 -Recopilación de leyes de los reynos de las indias. Mandadas a imprimir, y publicar por la magestad católica del rey Don Carlos II. Nuestro Señor (sic). Tom. I, II, III y IV. Madrid.
O’ PHELAN Godoy, Scarlett, 1988-Un Siglo de Rebeliones Anticoloniales. Perú y Bolivia 1700 – 1783, 352 pp.; Cusco – Perú: Centro de Estudios Rurales Andinos “Bartolomé de las Casas”.
PEASE G.Y., Franklin (Director), MIRÓ QUESADA S., Aurelio y et all., S/a -Gran Historia del Perú”,296 pp.;Lima: El Comercio – Grupo Carsa. Ed. Libris S.A
ROMERO, Emilio, 1937-Historia Económica y Financiera del Perú. Antiguo Perú y Virreinato. Ed. Torres Aguirre. Lima. 274 pp.
VARGAS Ugarte, Rubén, 1993 -Historia del siglo XVII. Compendio de Historia del Perú. Tom. III., Lima: Ed. Milla Batres.
ZEGARRA Meneses, Guillermo, 1971-Arequipa en el paso de la colonia a la Republica. Visita de Bolívar. Arequipa: Banco del Sur, Fondo Editorial. 
ZEVALLOS Z., Erly, 1998-Contabilidad General, 358 pp.; Arequipa: AVC Sistemas

Centros especializados en el estudio de la Historia de la Contabilidad:
  • The Academy of Accounting Historians: www.accounting.rutgers.edu/raw/aah
  • Accounting and Business History Research Unit: www.cf.ac.uk/carbs/research/abhru/index.html
  • Accounting History Special Interest Group of the Accounting and Finance Association of Australia and New Zealand:
      www.muprivate.edu.au/index.php?id=156
  • Centro de Estudos de História da Contabilidade de APOTEC: www.apotec.pt
  • Comisión de Historia de la Contabilidad de AECA: www.aeca1.org/comisiones/comisionhc.htm
  • Società Italiana di Storia della Ragioneria: www.sisronline.it


1 Miembro de la asociación sinergia social de Arequipa.
2 Director de la revista PAIDEIA AQP 4, junto a otros científicos sociales. Además, colaborador de la revista ILLAPA, y articulista en Uku Pacha, ponente en varios eventos de su especialidad, y egresado de historia de la UNSA.

 1En la Europa Central de los siglos VIII y XII, la práctica contable se asigno a los escribanos, por órdenes de los señores feudales, luego serían desplazados por monjes y amanuenses (usanza romana) hasta el siglo XI, donde se complicó recayendo esta labor en los contadores propiamente dichos apoyados por lo tenedores de libros, factores u veedores.
[2] Benedetto Cotingli Rangeo terminó de escribir su obra el 25 de agosto de 1458, y ésta fue publicada en 1573.
[3]Cotrugli residió en Nápoles gran parte de su vida, y fue comerciante y consejero de Fernando I de Aragón. Su obra "Della Mercature e del Mercante Perffeto" fue escrita en 1458. Posiblemente, la falta de difusión del libro de Cotrugli de debió a que en su época las técnicas contables eran consideradas "secreto de oficio" por aquellos que las dominaban, monopolizándolo así su empleo. Pacioli habría sido, por tanto, el primero que se atrevió a romper un secreto gremial celosamente guardado. Vid. http://www.geocities.com/paconta/conta/histun.htm
[4]“No existen pruebas que aseguren que Paciolo fue el autor del método de partida doble, todo lo contrario, él afirma textualmente que seguía el método que en aquel entonces se aplicaba en Venecia. Se considera que el método de partida doble, se fundamentaba en el tratado de Cortugli. Se sabe que Pacioli lo estudiaba 40 años antes de que publicara su obra”.
[5]En otros documentos también lo llaman Luca de Borgo Sancti Sepulchri. Pacioli: nació en el pueblecito toscano de Borgo San Sepolcro a mediados del siglo XV. Estudió en Venecia, donde fue preceptor de los hijos de un rico mercader de la ciudad, del que probablemente aprendió los procedimientos contables que luego expuso en su magna obra " Summa de Aritmética, Geometría, Proportioni e Proportionalitá", al parecer ingresó ya de edad madura a la orden de San Francisco. Fue un gran matemático, un auténtico humanista del Renacimiento, amigo de Leonardo da Vinci y de otros grandes pensadores de la época. Paciolo o Pacioli murió en 1514 después de haber dedicado su vida a las matemáticas y en particular a las matemáticas comerciales. Inventó procedimientos para la suma, resta, multiplicación y división, y hasta se podría decir que la forma de división de hoy es un invento más de Paciolo. 
[6]El dare y avere se utilizaban, pues, en sentido propio. Con el tiempo, comenzaron a llevarse cuentas separadas referidas a cosas, y aquellas palabras siguieron empleándose por analogía, aunque su sentido literal se hubiera perdido. Pacioli explica el significado del Debe y el Haber por medio de este procedimiento analógico, pero sin pretender edificar una teoría científica sobre ello, habrá que llegar al siglo XIX para encontrar teorizantes de la personificación de las cuentas.
[7]Ibídem.
[8]CASTAÑEDA (1988) p.48
[9]Loc. cit.
[10]Ordenanza de Felipe III, en Madrid a 12 de junio de 1617, y en San Lorenzo a 24 de abril de 1618. En: ORTEGA, Andres (sic) 1774. Tit. VIII  p. 46
[11]CASTAÑEDA Op. cit. P.53
[12]ZEGARRA (1971)P.43
[13]Con las Reformas Borbónicas del siglo XVIII se elevaron las tasas a 4%, luego al 6% y por ultimo al 7% a finales del Virreinato.
[14]Cuando la tasa llegó al 6% y se intentó cobrarla en Arequipa, a través de la entonces novísima Aduana, por parte de Don Juan Bautista Pando, es que el pueblo de Arequipa se levanta provocando el retroceso de la implantación de impuestos. Este movimiento social es conocido como “La Rebelión de Los Pasquines” (enero de 1780), que ha sido ampliamente estudiado por el Dr. Guillermo Galdos R.
[15]Vid. ROMERO (1937) pp. 270 - 271
[16]Se aprobó en el Perú por Real Cédula (R.C.) del 20 de febrero de 1765. el Virrey Manuel Amat lo reglamento provisionalmente el 8 de enero de 1768, nombrándose el 30 de marzo del mismo año a protectores y dependientes para este ramo, y el Rey lo ratifico definitivamente el 7 de febrero de 1770 por R.C. del 17 abril del 1768.
[17]En los documentos y en las fuentes consultadas aparece el término “Monte Pío” y “Montepío”, su uso es indistinto.
[18]Fue creado por R.C. del 24 de enero de 1764, el reglamento general se dictó el 28 de mayo de 1764.
[19]Se creó por Real Orden del 14 de enero de 1775.
[20]Congrua. Renta mínima de un oficio eclesiástico o civil o de una capellanía para poder sostener dignamente a su titular.
[21]ROMERO (1937) p.271
[22]ZEGARRA (1971)P.44
[23]ROMERO ( 1937) pp.261 - 262
[24]El nombre de Hacienda continuara en la República como ministerio de Hacienda hasta el año de 1933 cuando se cambia el nombre y se convierte en el Ministerio de Economía y Finanzas. Vid. CHALCO. S/a.
[25]El Tribunal Mayor de Cuentas, fue creado por Felipe II en 1605, con el fin de corregir el desorden financiero a la sazón imperante y establecer un control efectivo sobre el registro, fundición y ensayo de las monedas labradas en las Casas de Moneda de Lima y Potosí. También tenía el encargo de vigilar la correcta rendición de cuentas de las 16 Cajas Reales existentes.
[26]A pesar de que los distintos virreyes incrementaron el personal que trabajaba en el Tribunal Mayor de Cuentas, la revisión de las cuentas tenía años de atraso, situación que empeoró al decretarse en 1640 la venta de oficios de Hacienda y Justicia, en vista de la grave crisis económica por la que atravesaba la Corona Española. Las exigencias fueron muchas, al punto de llegarse a vender el cargo de contador de cuentas a Juan de Medina Ávila, quien no sabía escribir ni contar.
[27]Los libramientos sólo eran válidos cuando contenían el sello del rey.
[28]Segunda parte de la Ordenanza 20 de Felipe III. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. I  p. 4/v.
[29]Ley LIV. En la Ordenanza 49 de 1605. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. I  p. 9/v.
[30]Ley LV. Ordenanza 50 de 1605. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. I  p. 10.
[31]Ley LXXIX. Felipe IV en Madrid a 2 abril de 1648. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. II p. 20
[32]Ley LXXIX. En la Ordenanza 24 de 1609. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. I  p. 14.
[33]Al inmueble se ingresa por un gran portón que da a un patio central. Al lado derecho existe un corredor que comunica con el patio principal de la Casa Nacional de Moneda. Arquitectónicamente hablando, el ambiente destinado a la sala de sesiones del Tribunal Mayor de Cuentas es el más importante. En su techo, moldurado en madera, se aprecian pinturas con motivos florales. Este local fue saqueado e incendiado en 1823 por las tropas españolas que ocuparon la ciudad de Lima.
[34]En vista del escaso éxito obtenido en las tareas encomendadas, el Tribunal fue restablecido en 1848 durante el gobierno de Agustín Gamarra. Los primeros indicios de la desaparición del Tribunal Mayor de Cuentas se dan con la creación de la Dirección General de Hacienda en 1848 y la Procuraduría General de la República en 1904, instituciones que recortaron atribuciones propias del Tribunal.
[35]El juicio de residencia tuvo en la administración indiana una gran importancia, y comprendía a toda clase de funcionarios, desde Virreyes y Presidentes de Audiencia hasta alcaldes y alguaciles. Fue suprimido con la entrada en vigencia de la Constituciónde 1812. Todos los virreyes debían pasar su juicio de residencia antes de que tomara posesión del cargo su sucesor, pero en el siglo XVIII estos juicios se realizaban una vez que había regresado a España. En este largo proceso se analizaba el grado de cumplimiento de las instrucciones recibidas a lo largo de su mandato y durante seis meses se investigaba su labor, reuniendo numerosa información a través de diferentes testigos. Otra de las fórmulas empleadas por la Corona para controlar a sus funcionarios, incluido el virrey en su calidad de presidente de la audiencia, era a través de la inspección conocida con el nombre de visita; efectuada por un visitador, nombrado para el caso por el rey, tenía como fin conocer los abusos cometidos por las autoridades, proponiendo las reformas necesarias.
[36]ROMERO (1937). P. 264
[37]ARIAS. Op. cit. s/p
[38]Ley VI. En: ANDRÉS (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. VI  p. 39.
[39]ZEGARRA Op.cit. p 43
[40]El Contador hacia las cobranzas y llevaba el libro de títulos y cuentas, el factor vendía las especies adeudadas al rey y el tesorero era el encargado de cuidar los fondos. los tres firmaban cada libramiento y cada uno de ellos tenia en su poder una de las tres llaves de los cofres en donde se guardaba el tesoro público, de manera que únicamente con el acuerdo de los tres funcionarios era posible realizar las operaciones.
[41]Los Cargos de veedor y factor fueron eliminados paulatinamente a partir de la ordenanza del Emperador Carlos I, en Valladolid a 28 de marzo de 1549. De Felipe II en Aranjuez a 4 de enero de 1563 y a 1de diciembre de 1573. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. IV  p. 30
[42]En este punto hay discrepancias, para Castañeda (CPC. apasionado de la historia) era el contador el que residía en la casa de recaudaciones, en cambio, para Romero (Historiador Económico) era el tesorero quien vivía en dicho inmueble. En realidad era el oficial real más antiguo el que residía  en la caja, podía ser indistintamente uno u otro (Contador o tesorero) el que vivía en el inmueble, por otro lado durante gran parte de la colonia los oficios o cargos de Contador y Tesorero eran desempeñados indistintamente por los mismos funcionarios, aun no había surgido una especialización avanzada.
[43]ROMERO (1937)P. 264
[44]ROMERO (1937) pp. 264 - 265
[45]De los Libros reales.  Lib. VIII. Tit. VII:
[46]Ley L. Felipe II en Madrid a 3 de abril de 1567 y Felipe III en Valladolid a 27 de mayo de 1605. En: ANDRES (sic) 1774. Lib. VIII. Tit. IV  p. 33
[47]ROMERO(1937) pp.268 – 269.
[48]ROMERO (1937) P.267
[49]ROMERO (1937) p.266
[50]Ordenanza 17 título 9 libro II.
[51]ROMERO (1937) p.266
[52]El príncipe de Esquilache denuncio la mala administración de estas cajas y de las cuentas de las mismas, luego estas serían sometidas a la Real Audiencia de Lima. Si estas serias irregularidades se presentaban en Lima, es fácil suponer como se manejaban las cajas de provincias.
[53]Las Cajas de Censos fueron una exacción más para el indio y para el rey, por la viveza criolla y española. Para muestra un botón: “El Virrey Baltasar de la Cueva encontró que el fisco pagaba más de lo que debía a la Caja de censos, para lo cual hacían cuentas fraudulentas entre el personal de la Caja Real y el de la Caja de Censos, robaban al indio en nombre del rey y al rey en nombre del indio.” Romero (1937) p.266
[54]Ibídem. P.267
[55]En Hispanoamérica el término Cabildo es el común denominativo, es a partir de 1821 que asume el nombre de Municipalidad. Por otro lado, la denominación Ayuntamiento es común en España y en los asentamientos o colonias inglesas en América.
[56]ZEGARRA Meneses, G. (1971) p. 43
[57]Se hace referencia al Teniente Gobernador, para el caso de Arequipa, desde 1540, de Corregidor desde 1548, de Intendente desde 1784, y de Prefecto desde 1821.
[58]La orden que permitió que Contadores y Tesoreros, especialmente, pudieran ejercer además el cargo de regidor fue de Felipe II.
[59]El primer escribano de Arequipa fue don Alonso de Luque, quien seria reemplazado en 1548 por su yerno Gaspar de Hernández y en 1589 por Adrián de Ufelde, yerno de Hernández.
[60]Vid. GARCÍA Ruipérez, Mariano. “Los Contadores Municipales en la Corona de Castilla (siglos XIV-XVIII)”. En: DE COMPUTIS. Revista Española de Historia de la Contabilidad.  SpanishJournal of Accounting History. No. 2. Junio. España. 2005. pp. 56 – 100.
[61]Loc. Cit.
[62]Galdos (1990) p. 329 En: “Historia General de Arequipa”. (el subrayado es mío).
[63]Ibídem p. 330
[64]Sobre estos dos personajes anotamos una cita del Dr. Guillermo Galdos: “Mayor pábulo tuvo el orgulloso comportamiento de estos Oficiales Reales cuan­do el rey Felipe II autorizó la venta de la Contaduría y Tesorería de las ciudades americanas y se suprimió el cargo de Veedor. Almonte, Llanos y después de él Pedro de Va­lencia, tuvieron que dejar los cargos y pasar a ser simples residentes a tiempo que otros los asumían.” Ibídem. P. 330.             
[65]Loc. Cit.
[66]Loc. cit.
[67]Además Mosquera presentó también “ (…) otra cédula fechada en San Lorenzo del Escorial el 26 de agosto de 1579, por la cual los Virreyes, Presidentes de la Audiencia, Oidores, Gobernadores y Alcaldes Mayores no tengan las llaves de las Cajas Hacendarías, sino los Oficiales Reales; finalmente, una provisión suscrita también en Lisboa el 10 de febrero de 1582, declarando que los Ofi­ciales Reales de la Hacienda del rey tengan prioridad en el protocolo de modo que ocu­pen asientos de honor, así en el orden de votación y firma de los documentos del Ca­bildo y Oficiales. (AMA; Lac. 04, fs. 194v.-201).” Ibídem. Pp. 330 – 331. Además es preciso anotar que el contador Mosquera fue acusado por malversación de fondos, sin embargo no obtuvo castigo por sus delitos pues gozaba de inmunidad civil por ser también notario del Santo Oficio.
[68](AMA; Lac. 05, fs. 142). Información obtenida por el Dr. Galdos.
[69]Es necesario hacer algunas aclaraciones de la metrología de las monedas que aparecen en las crónicas de inicios de la colonia, todas las monedas se apoyan en el “Marco de Castilla” como ponderal y en el Maravedí como valor. El marco de castilla equivalía en el sistema decimal a 230.0465 gr. y el maravedí era moneda de cuenta y equivalía a 22,5 por marco de oro. Las monedas utilizadas en las crónicas son: el Castellano, el Peso de Oro y el Ducado; las dos primeras son lo mismo, es decir, un cincuentavo de marco. Como el oro circulaba a razón de 22 ½ kilates, estas monedas valían 450 maravedíes, el ducado valía solo 375 maravedíes.
[70]Vid. MOREYRA (1980)p.92
[71]El 6 de setiembre se presentó Rodríguez de la Serna ante la Audiencia y juró el cargo de tesorero de la ceca, seguido días después por empleados y oficiales.  Entre ellos destaca el ensayador Diego de la Torre, que se presentó ante la Audiencia el 23 de setiembre siguiente. Diego de la Torre, cuya inicial "D" marcará todas las monedas limeñas desde ese momento hasta el cierre definitivo de la ceca poco antes de fin de siglo, era un destacado platero activo en Lima.  Al lado de su inicial incluyó también un punzón con la estrella de ocho puntas, estrella de Belén, símbolo de la Ciudad de los Reyes y que fue diseñada por el platero flamenco Juan de Bruselas.
[72]Desde marzo de 1824, Lima es ocupada nuevamente por los realistas, quienes reflotan la Casa de la Moneda y resellan las monedas que durante el gobierno sanmartiniano tuvieron el enseña “Perú Libre”. A partir del 12 de marzo se inician la producción con la enseña “Fernando VII 1824”.
[73]ARIAS. Op. cit. s/p
[74]Entre 1708 y 1783 se registran cerca de 140 levantamientos, insurrecciones, conspiraciones, etc. Contra el poder hispano en el virreinato del Perú. El primer hecho de esta naturaleza data de 1708 cuando el Corregidor Don Francisco Fernández de Sandoval es asesinado por varios vecinos de la ciudad de Huánuco, y la última data de 1783 cuando se realiza una rebelión en Huarochirí encabezada por Felipe Velasco, en este levantamiento estuvieron implicados indios, mestizos y caciques de la zona. 
[75]El tributo era un impuesto personal que se cobraba a la población indígena masculina entre 18 y 50 años, sin embargo, a pesar que el tributo fue diseñado para ser un impuesto per capita, terminó siendo un gravamen que afectaba a toda la comunidad indígena como corpus.
[76]Una de las intenciones de las reformas borbónicas fue convertir a los curacas en funcionarios coloniales o en meros intermediarios entre las autoridades coloniales y los indios.
[77]Los indios forasteros, eran indios que habían dejado sus pueblos de origen a fin de reducir sus tributos y evitar el servicio en la mita minera. Se trasladaba a pueblos cercanos y alquilaban tierras para subsistir. Otra forma de huir de la mita minera, era alejarse a lugares inaccesibles de nuestra geografía y vivir ahí.
[78]El repartimiento fue legalizado en 1751, aunque recién empezó a funcionar bajo este marco legal en 1756. “(…), el reparto fue diseñado para involucrar al Corregidor dentro de la estructura económica colonial, asignándole un papel clave en la producción local y en la distribución regional de bienes nativos e importados.” Además servia como una compensación al bajo sueldo de los corregidores, lo cual naturalmente, aumentaba los abusos sobre la población, movidos por la ambición de estos corregidores. Para mayor información sobre el reparto Vid. O’PHELAN (1988) Cap. III “el Reparto y las revueltas menores” pp.117- 173.
[79]Durante la Colonia, la limpieza de sangre era un elemento muy importante, para tal efecto, se clasificó a cada una de las posibles combinaciones entre blancos, indios y negros; surgiendo categorías como: mestizo, mulato, chino, cholo, tercerón de indio, cuarterón de indio, quinterón, requinterón, gente blanca, cuasi limpio de origen, saltapatrás, tente en el aire, etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario